“¿Vale la pena?”
Por Brian Lynch, M.D.
Dentro de estas relaciones uno a uno frecuentemente tenemos que hacer un juicio cuando nos encontramos en una situación de dependencia. Con frecuencia no nos gusta como nos están tratando. Ahora, tal vez no siempre esta claro quien tiene el poder, como en el matrimonio o en una relación. Tal vez sencillamente nos cuesta trabajo decidir lo que podemos y lo que no podemos aceptar.
Mi punto principal es que necesitamos tomar esta decisión bajo nuestras propias condiciones y no negociar con el diablo en cuanto a querer que la otra persona cambie. Sí, las personas pueden cambiar pero lo más probable es que no lo harán. Tal vez lo hagan a la larga pero si cambian nosotros tal vez podríamos ser catalizadores del cambio solamente dejando a la otra persona, no quedándonos; especialmente en una relación abiertamente abusiva.
La pregunta es “¿A donde vamos?” y “¿Como vamos a llegar allí?” Hay muchos aspectos acerca de esto. Yo no estoy diciendo que sean “egoístas,” ni estoy diciendo que no necesitamos a los demás o que nosotros u otros no necesitamos ayuda. Estoy diciendo que nosotros podemos ser tan parte del problema como el abusador. No, yo no los estoy exculpando, he inculpado a nosotros.
El problema se ve con frecuencia con personas con grandes habilidades: jefes, maestros, líderes. Uno tiene la oportunidad de conocerlos y de trabajar con ellos pero en la mayoría de los casos es un hecho de la vida que para poder llegar a donde ellos están muchos, si no la mayoría, de ellos tuvieron que hacer grandes compromisos con la vida que involucran tratar a las personas de una manera no muy buena. Observen cualquier combinación de una veintena de videos de las biografías de personas famosas y tal vez uno resultará como una persona “normal,” que trataba bien a casi todo el mundo.
De manera que si ustedes se asocian con alguien así o con un pariente o con un jefe resulta ser el mismo “pacto” con el diablo. “¿Vale la pena tener que aguantar el abuso?” Ellos van a donde van y no van a cambiar para mí ni para ustedes.
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